Ritter y Justin tomando análisis de sangre a un romaní de los Sudetes |
La
antropología jugó un papel muy importante en el régimen de la
Alemania nazi como vehículo justificador para las atrocidades y
desmanes que se llevaron a cabo en él, y que cristalizaron en las
Leyes de Nuremberg de 1935.
En
el artículo de hoy nos centraremos en dos figuras claves en la
antropología nacionalsocialista: Eva Justin y el Doctor
Robert Ritter. Estos dos antropólogos centraron sus estudios
básicamente en el pueblo gitano.
A
finales del siglo XIX en los círculos académicos y universitarios
comenzaron a desarrollarse enseñanzas ideológicas y raciales
encuadradas en la nueva “disciplina” llamada racismo
biológico. Aquí se comenzó a tratar los diferentes grupos
humanos analizando las diversidades que existían entre ellos.
Rápidamente estas nuevas formas de pensar comenzaron a impregnar a
la sociedad.
Tras
un paréntesis por la I Guerra Mundial, estos científicos raciales
alemanes (antropólogos, genetistas, demógrafos,etc.)
desarrollaron la “Teoría de la higiene racial” entrelazando la
herencia con la enfermedad, el crimen y el comportamiento asocial
usando estereotipos biológicos y culturales para justificar el por
qué de la inferioridad del pueblo gitano respecto al pueblo europeo
caucásico.
A
mitad de los años 20 estos teóricos pusieron los fundamentos que
posteriormente serían desarrollados en el régimen nazi,
describiendo a los gitanos como una raza con características
antisociales, criminales y con un destino genético inalterable de su
inferioridad.
En
palabras de Robert
Ritter
“los
gitanos son primitivos típicos cuyo “carácter racial” no podía
ser transformado mediante influencias ambientales o la educación en
su entorno”.
Con
la llegada del Nacionalsocialismo la ideología racial es la única
ley imperante, manteniéndose en el centro de todas las decisiones,
apoyándose
en el Estado. Comenzaba la creación de un Nuevo Orden que
impregnaría y cambiaría toda la sociedad, sirviéndose de aspectos
de la ciencia para mantener su ideología racial como un elemento
legal, destinada a dejar fuera de la sociedad a determinados grupos
sociales.
Pronto,
minorías como los judíos y romanís (gitanos) comenzaron a ser
perseguidas por
el régimen nazi, tratando de aislarlos en la sociedad para evitar el
contacto con la
“raza aria original alemana”. Bajo estas premisas el Reichsführer
Heinrich Himmler
creó en 1937 el Centro
de investigación para la higiene racial y biología de la población
poniendo al doctor Robert
Ritter
al frente. Una de las primeras decisiones de este centro fue aplicar
las medidas legales raciales a los romanís.
Entrando
ya en las figuras que centran el artículo, primeramente hablaremos
del doctor Robert
Ritter;
Nace en 1901 y desde muy joven se alista en los Freikorps
ultranacionalistas de Baviera.
Tras
licenciarse en medicina en la especialidad de psicología infantil
obtuvo la cátedra en la Universidad de Tubingen
en 1936. Durante estos años se encargó de problemas relacionados
con los jóvenes antisociales, convirtiéndose en un prestigioso
experto, gracias a la publicación de un estudio que analizaba diez
generaciones de familias consideradas conflictivas. Basaba sus
estudios en el principio de que el comportamiento criminal está
genéticamente
determinado. Estas ideas eran características de los paradigmas
racistas que se habían convertido en política de estado en la
Alemania Nazi.
Entre
1936 y 1941, Ritter
y un pequeño grupo de colaboradores llevaron a cabo una
investigación eugenésica, basada en las historias familiares de
delincuentes, especialmente de razas consideradas inferiores y su
descendencia híbrida. En colaboración con el RSHA
(Oficina Central de Seguridad del Reich) elaboraron detallados
estudios genealógicos que dieron como resultado más de 24.000 actas
raciales de gitanos con miles de fotos. Estas actas se convirtieron
en elementos esenciales para la planificación y puesta en práctica
del genocidio, porque permitieron la clasificación y control de esa
comunidad.
En
diciembre de 1938, Himmler
nombró a Ritter
responsable del Instituto
de investigación de higiene racial.
En
1940, Ritter
publicó un informe en el que señalaba que los resultados de su
investigación le habían permitido caracterizar a los gitanos como
personas enteramente primitivas en sus orígenes etnológicos, cuyo
retraso mental los hacía incapaces de una adaptación social real.
Según
Ritter,
los gitanos ni podían ni debían formar parte de la comunidad
popular alemana, sino que debían ser esterilizados, para desaparecer
como raza.
Entre
los colaboradores de Ritter destacaba
la antropóloga Eva Justin,
una enfermera nacida en Dresde
que recibió su doctorado en antropología en 1944. Su
tesis se llamó La historia de la
vida de los niños de raza gitana y sus descendientes,
y trataba el estudio de niños/as de etnia gitana que fueron
arrebatados de sus padres y criados en orfanatos sin ningún tipo de
contacto con la cultura romaní. A la conclusión de sus estudios los
niños y niñas fueron deportados a Auschwitz, donde muchos fueron
objeto de experimentos por parte del grupo del doctor Mengele y otros
perecieron en las cámaras de gas de dicho campo.
Una
vez terminada la guerra,tanto Ritter
como Justin
no sufrieron ningún proceso judicial ni proceso de desnazificación,
es más, sus destinos se volvieron a cruzar en 1947 cuando Ritter
fue nombrado Consejero Médico Superior en la asistencia social para
jóvenes de la ciudad de Frankfurt, empleando a Eva
Justin
como psicóloga.
En
1951, Ritter
se suicidó debido a una nueva investigación sobre sus actividades
durante la guerra, y Eva
Justin
murió de cáncer en 1966 sin nunca ser juzgados por sus crímenes.